Tuesday, March 14, 2017

Carta a los gallegos de parte de una catalanoamericana

La semana que viene vuelvo a Galicia. Fui por primera vez en 1983, para visitar a la familia de un profesor mío de Estados Unidos, mi país natal. Fue un fin de semana que nunca olvidaré por la hospitalidad y ternura de estos amigos, la belleza del paisaje y la sensación—y deseo!— de que con mi apellido, hubiera algún enlace ya existente y quizás posible. También fue el motivo para volver a viajar a España al año siguiente, y para profundizar en los estudios en la universidad, lo que me llevó a estudiar tanto el catalán como el euskera (y un poco el gallego) y acabar trasladándome para vivir en Cataluña en 1987. Una cosa lleva a otro y aquí estoy de vuelta.

Esta vez viajo a Galicia para explicar lo que he aprendido en Cataluña. No sobre la identidad ni la independencia, aunque seguramente también un poco, sino sobre la fuerza democrática y la potencial de la movilización pacífica para cambiar la situación política de la gente de cualquier sitio.



Hace dos años, al final de 2014, después de realizar una consulta no oficial, no vinculante sobre la independencia, en Cataluña los activistas "indepes" pasamos un mal momento. Nos habían prometido que esta consulta tendría vinculación política, y se acabaría legitimando con unas elecciones plebiscitarias pero las elecciones no se acababan de convocar y en su lugar los políticos se echaban las culpas. La verdad es que teníamos los ánimos muy bajos. La prensa vendía un relato que decía que eso que intentábamos hacer era 1) una estafa instrumentalizada de parte de nuestros políticos para quedarse en el poder y 2) imposible aunque no lo fuera. Pero yo había experimentado el movimiento en primera persona, conocía la gente involucrada y sabía que esta versión de los hechos era errónea. Además, sabía que se habían llevado a cabo unas iniciativas muy creativas, distintas y llamativas de las cuales habían pruebas fotográficas. Y decidí hacer un libro para dar una versión más cuidadosa de los hechos.



Mientras hice la búsqueda para crear el libro—una compilación de fotografías de todas las cosas que se ha hecho desde la sociedad civil para movilizar la gente a favor de la independencia— pidiendo fotos por Twitter, Facebook, mail y incluso por Whatsapp, me di cuenta de la remarcable evolución que ha tenido este movimiento y tuve claro más que nunca el papel fundamental que ha tenido la sociedad civil. No es que solamente los políticos no fueran los líderes de este proceso, es que al principio pusieron obstáculos, y al medio nos siguieron a regañadientes, solamente después de masivas manifestaciones y presión permanente. Sólo recientemente ha sido cuando se han puesto las pilas del todo. En cambio, ha sido la sociedad civil—la gente— quienes hemos empujado y empujado hasta llegar al punto donde estamos ahora, muy cerca de la meta, con una mayoría en el Parlamento a favor de la independencia de Cataluña y con un presidente comprometido a convocar y realizar una consulta sobre la independencia de Cataluña oficial y vinculante.

En el libro explico la suma importancia de las iniciativas individuales y colectivas de muchas personas que no se sentían representadas por sus políticos. El uso de las redes sociales, las conexiones entre grupos y asociaciones, las horas y horas voluntarias han sido muy importantes, pero también hubo otra cosa inesperada: unas ideas un poco locas que quizás no consiguieron su objetivo directamente pero que impulsaron otras acciones, y éstas a otras. Sobre todo, el libro describe como cada persona puede aportar su pequeño grano de arena, según sus deseos, recursos y habilidades, por pequeño que sea, y por loco que parezca, y puede acabar ayudando a acercarse a un cambio monumental político, incluso para crear un nuevo estado.

El carácter cívico, la insistencia en la democracia y la estricta no-violencia también han sido claves. Erica Chenoweth, una profesora estadounidense explica en su libro "Por qué funciona la resistencia civil" que los movimientos no violentos tienen dos veces más de posibilidades de éxito que no los violentos. ¿Por qué? “La fuerza de la participación masiva y cívica de una campaña no violenta tiene más posibilidades de girarse en contra del opresor cuando se enfrenta con la represión, de estimular cambios de lealtad entre los que daban soporte al régimen y de proporcionar a los líderes de la resistencia un menú más variado de opciones tácticas y estratégicas". Las campañas que fracasan, en cambio, son las que no saben sumar "una comunidad amplia, diversa y sólida que pueda erosionar la fuerza del adversario y mantener la resilencia delante de la represión." En Cataluña, sí que la hemos sumado y lo saben.

Y aquí encontramos un mensaje para todos los que nos sentimos pequeños delante una estructura política opaca y lejana que no parece escucharnos, una situación en que quizás se encuentran muchos gallegos también: Tenemos mucho más poder del que nos damos cuenta. Todos tenemos algo para contribuir. Y si trabajamos juntos, podemos conseguir cambios muy significativos.

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La autora norteamericana, Liz Castro, ha vivido entre Cataluña y Estados Unidos durante los últimos 30 años y es también la editora de "Qué le pasa a Cataluña?" una colección de ensayos sobre las razones detrás del movimiento hacia la independencia. Es además escritora de libros superventas sobre informática—sobre la creación de páginas web, blogs y libros electrónicos, unas tecnologías que empoderan a la gente a explicar sus propias historias sin tener que pedir el permiso o tener la infraestructura de los medios grandes. Fue la persona más votada dos veces al Secretariado de la Asamblea Nacional Catalana.  Puedes escuchar su entrevista con La Voz aquí.

Hará tres presentaciones de Muchos pequeños granos de arena en Galicia esta semana: en Portas Ártabras en A Coruña el martes, la Libraria Lila de Lilith en Santiago de Compostela el miércoles, y en Libraria Andel en Vigo el jueves. Para más información, consulta http://www.lizcastro.com

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