(Publicado originalmente en catalán y en inglés)
A menudo, cuando la gente se entera de que soy americana, me dicen:
«Ah, me gustaría aprender inglés, hace años que lo estudio, pero todavía no sé
hablarlo». Nos miran con envidia, a mí y a mis hijos, porque hemos aprendido inglés
de una manera natural, es decir, sin ir a clase. Siempre les digo lo mismo:
para aprender un idioma, se tiene que pasar un tiempo allí donde se habla y se
debe tener la necesidad de hablarlo. No hay nada como tener una persona delante,
esperando a oír lo que tienes que decir. Es la única manera: la necesidad. Y no
sólo lo digo yo, lo dice toda la sociolingüística.
Lo contrario también es verdad. Sin la necesidad y el contacto, los
idiomas se olvidan. ¿Qué recordamos del francés que aprendimos cuando fuimos a
la escuela? Aún diré más: cuando dos idiomas ocupan el mismo registro y tienen
el mismo uso en la misma sociedad, los sociolingüistas explican que lo normal
es que uno de ellos desaparezca.
Por lo tanto, para salvaguardar un idioma, es imprescindible que éste
sea necesario. Necesario. El catalán ya no es necesario para ver la tele (el
85% la ve en castellano), ni para ir al cine (el 97% es en castellano), ni para
leer libros (por cada libro que se publica en catalán, hay ocho más que se editan
en español en todo el Estado), ni para comunicarse (el 99,8% de la población
catalana entiende el castellano), y un largo etcétera. No me malinterpreten,
que se pueda vivir en castellano no quiere decir que desee uno hacerlo, pero eso
es un tema para otro artículo.
En realidad, el único ámbito donde el catalán es necesario para todo el
mundo es la escuela. Si un niño no aprueba las asignaturas, no pasa de curso.
Tiene que entenderlo, utilizarlo, debe escribirlo y leerlo. Y eso es lo que
hacen, con mucho éxito y de forma tranquila. Gracias a la escolarización en
catalán, el 94,3% de la población en Cataluña entiende el catalán, el 80% lo
habla, el 82% lo lee y el 60% lo escribe.
Pero una cosa debo decir: los niños no aprenden catalán en la clase de
catalán. Si así fuera, también aprenderían inglés en la clase de inglés, y ya
sabemos todos cuánto inglés aprendemos en clase: no mucho a juzgar por las
cifras (31% según el Idescat). Es el número de horas que pasan los críos con
alguien con quien tienen que hablar o escuchar catalán lo que de verdad
importa, tanto si estudian historia como si hablan de mates (o de películas o
de música). Y la necesidad hace que esas horas sean efectivas.
Ante la inmensa presión del castellano en nuestro país, sin el espacio
dedicado al catalán en la escuela, muchos niños no tendrían ninguna necesidad
de hablar catalán y no lo aprenderían. ¿Cómo podemos saber que no encontrarían
formas alternativas de aprenderlo por su cuenta? Sólo tenemos ver lo que está
ocurriendo en Valencia, donde la inmersión escolar se reduce cada año. Según un
estudio de la Universidad de Valencia, si se mantiene la actual política
lingüística en el País Valenciano, el porcentaje de valencianohablantes será
inferior al 10% en el año 2050. De aquí a 35 años.
Pero, ¿sirve para algo la clase de catalán? Desde luego que sí, para
aprender lo que aprende todo el mundo en las clases de su propia lengua:
gramática, sintaxis y cómo diagramar una frase (¡cómo les gusta esa palabra a
los profesores!). Pero no para “saberlo”. En la Hartford Public High School,
donde realicé mis estudios de secundaria, sólo tenía tres horas de inglés a la
semana. Exactamente igual que los alumnos de aquí, tanto de catalán como de castellano.
No hacen falta más horas. Y es por eso que los niños catalanes salen con el
mismo nivel, o superior, de castellano que sus homólogos en el resto del
Estado, fuera de Cataluña. La única diferencia es que también aprenden catalán.
Un plus.
El señor Wert y compañía quieren eliminar la necesidad del catalán y,
como el único lugar donde todavía es necesario es la escuela, quieren eliminar
el catalán en la escuela, poco a poco, pero implacablemente. ¿Por qué? Porque
no quieren que los niños aprendan catalán. Wert mismo ha dicho que quiere
españolizar a los niños catalanes. La excusa es que es necesario tener tantas
horas en castellano para que los niños lo aprendan correctamente, pero ya sabemos
que eso es mentira. Ningún niño nacido en el Estado español aprende español en
la escuela. Lo que hace falta es necesidad y tiempo. Y, mientras el 85% de la
tele, el 97% del cine, el 90% de los libros sean en castellano y el 99% de la
gente lo hable, para el castellano, ya abundan los dos.
No comments:
Post a Comment